miércoles, 24 de noviembre de 2010

Maestra artesana...

¿Y a quién me encuentro cuando llego a San Mateo?... A la gran maestra del Alabastro: Carmen Pinilla.
Qué lujo, qué placer... elegancia pura la que desprende cada una de las piezas de entre su puesto.
Las tocas y al acariciar las joyas tus dedos sientes la energía de Carmen y la pureza del alabastro; una sensación que pocas veces he sentido.
Unos pendientes en mis manos me bastan para que mi mente se escape del pabellón  y me la imagina trabajando en su taller... observando con selecta delicadeza cada trocito de piedra, visionando qué forma final va a tener, diseñando cada complemento con la imaginación que caracteriza a cada artesano...
Esta chica promete y  muuuuuuucho... y si no me creéis os invito a visitar   http://www.carmenpinilla.com/ ... y me dejéis un comentario...
Si tenéis oportunidad de ir a alguna "arteferia" no lo desperdiciéis, porque lo mejor que os pueda pasar es verla allí, en directo.
GRACIAS POR TODAS TUS CREACIONES, Carmen!... ¡eres única!


                                                                                                      Un besico, Mai.

Juegos de niños...

Estamos en una época de la vida en la que,  el ser humano, sueña con dejar de soñar...
Crecer para dejar de crecer, madurar y estabilizar sus deseos infantiloides...
Mamás que se sientan en el parque con las demás madres para comentar quién se ha divorciado o quien se ha quedado embarazada otra vez, entre otros de los temas tan interesantes que mojan su lengua...
El otro día fui a la guarde con mi gorro -perro y tuve que soportar risitas intolerantes; ¿crees que porque tengo dos hijos tengo que "vestir con traje" y dejar de soñar?... eso te lo dejo a tí.
Quien se acuesta con crios...lo adoro, me gusta, sueño hasta despierta... no soy inconformista, ni tampoco ambiciosa... sólo vivo conforme mis posibilidades, aunque "trabajando" mi futuro.
Me gusta sentarme con mis hijos en casa a ver una peli de dibujos con una bolsa gigante de gusanitos mientras los platos se mueren de asco en el fregadero... o irnos al parque cuando no hay nadie y tirar piedras, o bajar los tres por el tobogán (con riesgo de que alguna día se me quedará atascado el culo!)...
¿Sabes lo mejor de todo? Que cuando juego con mis hijos siento mariposas en la tripilla, que cuando nos vamos a la cama y me acuesto con ellos, con la luz apagada a la vez que les cuento un cuento inventado, disfruto...
Tal vez pienses que soy de esas madres que sólo es feliz a través de sus hijos, de esas personas "tristes" que dejan todo de lado para crecer al lado de sus hijos... en una sociedad consumista  en la que para que tu prole sean los mejores, es decir, tengan muchas y caras posesiones, hay que irse a trabajar, ganar mucho dinero y y comprar a Tommy... en esta sociedad que masculiniza a la mujer, no que la iguala... las mamás que renunciamos a "lujos", innecesarios, como lo son cualquiera de los lujos, somos fracasadas... (y ésto me lo ha llegado a insinuar alguna persona...).
Nunca me he sentido tan bien, tan fuerte, tan agradecida a la vida como desde que soy madre... me gusta estar con mis hijos. Me gusta renunciar a placeres inmundos para quedarme un sábado por la noche con el papi viendo unos capítulos de "los Soprano" y unos vinitos regalados... madrugra el domingo e ir todos en chano a mancharnos al parque...
Como ya dije una vez: amo mi vida sencilla, cambiando el audi por el nurse.

sábado, 13 de noviembre de 2010

En el número 16 de la Calle Mayor...




Yo crecí en la Calle Mayor... fue mi único universo hasta el año 2000.
Aún en la actualidad, cuando me fui a vivir con Quini, sentí una sensación tremebunda de nostalgia al llevarme de casa de mis padres las cajas con las pocas cosas que poseo (y que necesito).
No sé porqué hoy, al bajar de mi coche y aparcar cerca del número 16 (mis papis viven el el num.11) me ha dado un vuelco el estómago... me hago mayor y los tiempos de dulce ingenuidad se alejan.
Siempre introvertida, lejana, triste... cuando marché mi vida cambió hasta casi quien soy hoy; y lo agardezco. Cansada de ser "la hija de" o la "hermana de"... y no soy como nadie, yo soy yo. Me gusta ser Mamen, si no fuese así me llamaría de otra forma... estoy algo cansada y deseo escribir esto hoy, puede que esté algo "dispersa".
Adoro la calle en que crecí...
Al mirar la ventana de "la casa de la Carmelina" he sonreído... tal vez ha sido también culpa del vino de Pepe Marco que he bebido en la Feria de Artesanía de Arándiga...
Recuerdo con especial cariño la tarde de aquel verano, de no sé que año... cuando aún se podían dejar las puertas de las casas abiertas y salíamos todos los niños a jugar sin miedo a nos hiciese daño algún coche... los vecinos salíamos con sillas a tomar la fresca. Eramos niños, niños felices.
Pili Vela y yo jugábamos con los niños pequeños a pillar y buscábamos barreras como si la vida nos fuese en ello... trepábamos por los barrotes de las ventanas de  esta casa como si de un castillo gigante se tratase, o como si nos creyésemos el cuento de las habichuelas mágicas.
Hoy he visto la ventana de nuevo...
Y la he visto taaaaaaaaan pequeña... qué ilusos somos los niños, y yo pensando que era la ventana maaaaaaás grande del mundo... y me he emocionado tanto. He tocado sus negras filas metálicas, despacio, con las puntas de los dedos...y he revivido el calor de aquel recuerdo...
Isidoro, el hijo de Carmelina, salió de repente de la casa; treméndo, como el gigante del susodicho cuento, y nos arrancó de la ventana, poniéndonos entre sus cántaros de brazos.
Nosotras gritábamos y nos retorcíamos inutilmente, intentando soltarnos.
Y aunque él se reía, nosotras no.
Nos llevó a la bodega, bajando unas escaleras que se hacían interminables... en las paredes había llaves (de muchos y diferentes tamaños): allí nos encerró. Cómo olía a viejo....
Pero Pili se escapó; y yo no...
Cuando se acabó la bromita en cuestión nuestros padres nos castigaron...

Lo recuerdo con mucho cariño...
Hoy la casa está casi derruida, abandonada. Me pregunto si sus paredes nos recordarán. Siempre llena de vida... y, ahora, tan sola.

Tranquilos...con Quique González.

Bueeeeeno, ya es Domingo... de madrugada.
Me estoy habituando a trabajar de noche; es cuando mis gorditos duermen, cuando la casa está en silencio y la falta de luz no me deja otra opción que estar pegada a la pantalla del ordenador.
Siento que este comienzo ha sido como el primer beso; cargado de emoción, pero rápido, sin poder disfrutarlo plenamente.
Con trabajo hasta arriba, unas cuantas ferias próximas y tiendas por visitar las letras no fluyen de entre mis dedos... realmente no sé porqué deje de escribir, siempre me ha gustado. Imagino que, conforme vas adquiriendo responsabilidades vas mermando la calidad de tu tiempo libre... bueno, y la cantidad.
Ya estamos aquí. Otra vez, de nuevo.
Lo que aquí os voy a contar se basa puramente en la emoción, en una lágirma que cae desde la mejilla a los labios al tiempo que cierras los ojos y acaricias tu nuca con los dedos... tu cuerpo se estremece y sientes, simplemente sientes.
Hay cosas que no se pueden explicar, otras simplemente es mejor no contar...
Cuando nos sentamos en los asientos 5 y 6 del tercer palco de la primera planta del Teatro Principal sabía que la emoción me superaría... y cuando cayó suevemente la luz y comenzó a sonar la música lo confirmé. Daiquiri Blues.
Han pasado muchos años desde el primer disco de Quique, el grandísimo Sr. González. Me gusta que me guste. Adoro cuando, al decir su nombre, casi nadie, en Illueca, sepa; lo siento más mio. Sé que sólo voy a escucharlo con exclusividad; cuándo, cómo y donde yo desee.
Rompeolas... siempre es rompeolas: siempre. Las otras vienen después. Los punteos sueves de las cuerdas... cuando cierras los ojos puedes sentir que cada milímetro de tu cuerpo es la guitarra que él toca.  Su voz penetra despacio, lenta, suave, dulcemente rasgada desde el oido acariciando por completo cualquier rincón del alma. Simplemente Quique.
No he sentido jamás sus palabras y sus labios rozándome el pelo y el audio... pero he estado muy cerca. Y gracias a esa noche lo conocí... lo oí por primera vez, SALITRE.
Y todo eso que sentí aquella lejana noche, en un pequeño piso del centro de Zaragoza, lo reviví la noche del martes, 9 de Noviembre... a las 21.00, justo cuando la luz se apagó y comenzó a sonar la música.
Gracias Quique... el pasado es pasado, siempre estará ahí...  y por eso somos lo que hoy sentimos.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Entradas calentitas...

CALENTITAS, calentitas... el grandísimo Quique González... no ha salido de ninguna academia, no da conciertos multitudinarios... simplemente da grandes conciertos. Intimos, personales... con el teatro prácticamente lleno y con dos bises a sus espaldas de cuatro canciones cada uno (no por nosotros, por que si es por eso hubiése salido unas cuántas veces más...)...
Emocionante, bonito, desgarrador... simplemente, González....
Una experiencia recomendable, para repetir... cuántos recuerdos, cuántas veces me acordaré de tí... y lo mejor de toso, tienes un nuevo seguidor...
Gracias, Quique... y nos vemos pronto...

Bienvenidos....

A menudo me pasan cosas curiosas... me gusta creerlo así. Soy de esas personas que guardan la "inocencia" y el asombro de lo nuevo, vivo que no sobrevivo... ni pretendo hacerlo. Tal vez por ello me gusta pensar, al final del día, abrazada a Quini, en la cama, en todo lo bonito que me ha pasado a lo largo del día... me duermo conuna sonrisa de soslayo y sueño con la mañana. Y tal vez por ello me gusta hablar de lo que siento, de cómo siento... no me avergüenzo de mis defectos, ni pretendo ser igual que nadie, caer bien a la gente, que digan de mi para reafirmar mi forma de sentir, ser, oir o estar... esto es lo que hay, y esto es lo que debes saber. Ya te lo dije ayer... como en un salto mortal.
Me gustaría dejar plasmado lo que "hay": hay cosas que no se cuentan y mueren en el corazón de la gente...
Bienvenidos a mi peuqeño rincón emocional, aunque el gusto es mío. Pása y disfruta. Si no te gusta, no vuelvas.