sábado, 13 de noviembre de 2010

Tranquilos...con Quique González.

Bueeeeeno, ya es Domingo... de madrugada.
Me estoy habituando a trabajar de noche; es cuando mis gorditos duermen, cuando la casa está en silencio y la falta de luz no me deja otra opción que estar pegada a la pantalla del ordenador.
Siento que este comienzo ha sido como el primer beso; cargado de emoción, pero rápido, sin poder disfrutarlo plenamente.
Con trabajo hasta arriba, unas cuantas ferias próximas y tiendas por visitar las letras no fluyen de entre mis dedos... realmente no sé porqué deje de escribir, siempre me ha gustado. Imagino que, conforme vas adquiriendo responsabilidades vas mermando la calidad de tu tiempo libre... bueno, y la cantidad.
Ya estamos aquí. Otra vez, de nuevo.
Lo que aquí os voy a contar se basa puramente en la emoción, en una lágirma que cae desde la mejilla a los labios al tiempo que cierras los ojos y acaricias tu nuca con los dedos... tu cuerpo se estremece y sientes, simplemente sientes.
Hay cosas que no se pueden explicar, otras simplemente es mejor no contar...
Cuando nos sentamos en los asientos 5 y 6 del tercer palco de la primera planta del Teatro Principal sabía que la emoción me superaría... y cuando cayó suevemente la luz y comenzó a sonar la música lo confirmé. Daiquiri Blues.
Han pasado muchos años desde el primer disco de Quique, el grandísimo Sr. González. Me gusta que me guste. Adoro cuando, al decir su nombre, casi nadie, en Illueca, sepa; lo siento más mio. Sé que sólo voy a escucharlo con exclusividad; cuándo, cómo y donde yo desee.
Rompeolas... siempre es rompeolas: siempre. Las otras vienen después. Los punteos sueves de las cuerdas... cuando cierras los ojos puedes sentir que cada milímetro de tu cuerpo es la guitarra que él toca.  Su voz penetra despacio, lenta, suave, dulcemente rasgada desde el oido acariciando por completo cualquier rincón del alma. Simplemente Quique.
No he sentido jamás sus palabras y sus labios rozándome el pelo y el audio... pero he estado muy cerca. Y gracias a esa noche lo conocí... lo oí por primera vez, SALITRE.
Y todo eso que sentí aquella lejana noche, en un pequeño piso del centro de Zaragoza, lo reviví la noche del martes, 9 de Noviembre... a las 21.00, justo cuando la luz se apagó y comenzó a sonar la música.
Gracias Quique... el pasado es pasado, siempre estará ahí...  y por eso somos lo que hoy sentimos.

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